Curaka

Muchos años atrás, tantos que ya casi de ellos no queda recuerdo, existieron en las entrañas del Perú unos hombres de una raza distinta. Hombres fuertes, con alma rebelde y con una sed insaciable por descubrir nuevas experiencias y nuevas formas de hacer las cosas. Ellos no respetaban lo establecido, si no que desafiaban a los dioses creando sus propias reglas. No conocían el miedo. Se alimentaban de él y de lo desconocido. La gente que los seguía los llamaba Curakas.
Hoy miles de años después, su espíritu se mantiene vivo.
Algunos conocedores cuentan que vive atrapado dentro de cada botella de cerveza artesanal Curaka. Y que es liberado solo cuando un hombre con un espíritu fuerte, independiente y sediento de nuevas experiencias se aventura a destapar una de ellas. Otros dicen que si observas con detenimiento, hasta puedes verlo desvanecerse en el aire al momento de destapar una Curaka bien helada.
Pero en realidad el espíritu de Curaka vive en cualquier lugar donde haya alguien con ganas de desafiar lo establecido, trazar su propio camino y encarar la vida como si fuera una colección de nuevas experiencias.
En un bar donde unos músicos superen sus miedos y se atrevan a presentarse por primera vez. En las salas de un cine independiente donde una chica decida dejar la facultad de derecho para irse al extranjero a estudiar cine. En un pequeño estudio donde fruto del coraje y del atrevimiento nazca una start up o un nuevo escritor. En el sonido auténtico de un disco de vinilo que se resiste al pasar del tiempo.
En donde un hombre se de cuenta que al descubrir algo nuevo, también está descubriendo algo nuevo sobre si mismo. Ahí es donde vive el espíritu de Curaka.