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bueno, había muchos peros. Le gustaba colarse en el armario de su madre y vestirse con sus prendas más coloridas cuando pensaba que ella no estaba cerca. Pero a menudo lo era, y habría gritos y lágrimas. Cuando él también se maquillaba, los gritos empeoraron. Si los Bauza hubieran vivido en Barcelona, ​​entonces tal vez el escándalo hubiera sido menor, pero vivían en un pequeño pueblo de montaña con poca comprensión de un comportamiento tan extraño. Cuando Bernat tenía 16 años, le dijeron que podía irse o ser expulsado de su casa. Extrañamente, se sintió libre y feliz cuando dejó su hogar. Aprendió a hacer malabarismos con un viejo gitano e hizo suficiente dinero para comprar su primer disfraz de bufón. Pronto su reputación y habilidades lo llevaron a los numerosos castillos y casas nobles del sur de España. Sus admiradores estaban llenos de admiración y se sentían encantados de no revelar si las pequeñas cabezas con las que hacía malabares eran las cabezas secas de los príncipes y princesas reales, como algunos decían, o simplemente tela rellena de guisantes. Cuando murió en 1815, rico y famoso, se llevó ese secreto a la tumba. Las personas que cerraron su ataúd insistieron en que tenía una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro cuando fue puesto a su eterno descanso, con su apodo tallado en su lápida El malabarista de muchas cabezas.
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